Marcha Zombi de Madrid 2009

El sábado pasado tuvo lugar la Marcha Zombi de Madrid. Aproximadamente 350 zombis (y otros tantos fotógrafos y curiosos) se congregaron en Goya para sembrar el pánico y el caos en las calles de la ciudad. Alfie, mi amigo videodromista, y yo acudimos, demostrando un gran arrojo y un aún mayor menosprecio de nuestra integridad personal, a cubrir la noticia del apocalipsis madrileño con un par de cámaras de fotos, una de vídeo y un micrófono. Dos paquetes de tabaco en el abrigo. Un móvil casi sin batería. Centenares de zombis en derredor.

A primera hora de la mañana nos dirigimos al lugar donde se había desatado el brote. El número 85 de la calle Jorge Juan. Cuando llegamos el espectáculo era dantesco. Había sangre por todas partes y cadáveres por doquier. Cadáveres que volvían poco a poco a la vida a cada pincelada experta de un grupo de boker, unos hechiceros y hechiceras vudú del maquillaje. Llegamos a tiempo de entrevistar a muchos de ellos.



También filmamos parte del extraño ritual que protagonizaron y pudimos contemplar de primera mano su resultado. Los cadáveres de personas recientemente fallecidas volvían a la vida.



En un primer momento parecían recordar su vida anterior y se podía incluso intercambiar alguna que otra palabra con ellos. Éste fue el resultado. He de deciros que mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que se presentó allí el que es posiblemente el hombre más poderoso de la faz de la Tierra.





A partir de ese instante las cosas empezaron a desquiciarse, la situación se puso totalmente fuera de control. Los muertos vivientes campaban a sus anchas y devoraban a los militares, policías, servicio médico y curiosos que allí se congregaban. La seguridad del propio presidente de los Estados Unidos se vio comprometida. Yo mismo me vi rodeado por cientos de esas cosas en el metro. Tuvimos que abrirnos paso por entre los vivos, que pronto dejarían de serlo, y los muertos que se apiñaban unos contra otros. El caos era total. Una vorágine de extremidades anhelantes se cernía a nuestro alrededor. Ni un hálito de cordura nos quedaba en la recámara. Entonces, con un último esfuerzo y cometiendo terribles atrocidades sin mirar atrás en nuestro camino, conseguimos salir de aquel infierno y regresar vivos para contároslo. (Dedicado a Paco Plaza y a Jaume Balagueró).



Alfie, el placer es todo mío por trabajar contigo, amigo mío.

Os dejo con unas cuantas fotos del evento...

(Ésta es mi fotografía favorita, aunque sea poco apocalíptica. 

De hecho, querida muerta viviente, te invito a que te comuniques conmigo de alguna manera,

 oiuja incluida, porque tengo tantas cosas que contarte).