31 de mayo de 2012

Lo mejor de un buen apocalipsis


Ayer me quedé inconsciente viendo un documental acerca del emparejamiento de animales. Puede que luego trataran de extraer conclusiones con las que enfocar el emparejamiento de los humanos, pero, como dije, caí irremisiblemente en brazos de Morfeo merced al cansancio acumulado en los últimos días. El caso es que sobre todo vi aves, muchas monógamas. Explicaban que la monogamia es la forma más eficaz de afrontar el cuidado de crías que requieren de mayores atenciones, pero reporta un menor número de crías por espacio de tiempo. Por eso la monogamia está tan apegada a la cultura de los humanos, porque nuestras crías nacen completamente indefensas y precisan de cuidados constantes durante un largo periodo de tiempo (y a día de hoy, como resulta casi imposible encontrar un empleo decente y medianamente duradero, la sensación de fragilidad de nuestras crías puede prolongarse hasta casi los cuarenta años).



Pero también hay aves que debido al peligro que afrontan en su día a día (como unas zancudas que vivían en Panamá y palmaban sin freno entre las mandíbulas de los caimanes) abogan por la poliginia: un mismo macho con varias hembras. Esta agrupación asegura un mayor número de crías por espacio de tiempo. En realidad, la mayoría de los animales se suman a este carro, que es el de la supervivencia. ¿Que se nos comen y luego piden otra ración? Pues seamos más y más, superemos el número de muertes con el de nacimientos y lograremos sobrevivir. Pero se podría pensar que quizá los depredadores naturales de tu especie medrarían también a tu costa. Es decir, que ante un mayor ofrecimiento de presas de tu especie, tu depredador obtiene más alimento y, por tanto, tiene mayores probabilidades de sobrevivir y reproducirse con mayor efectividad, y por tanto aumentar su número. En cualquier caso, se trataría casi con seguridad de un crecimiento en paralelo, es decir, que ambas especies tirarían para adelante y se perpetuaría su enfrentamiento milenario.




¿Y los zombis? Los zombis podrían ser nuestros depredadores naturales durante un apocalipsis. Y alguien podría pensar que un zombi por mucho que coma no va a reproducirse con mayor eficacia. También se podría pensar que cuando un zombi te mata no sucede lo mismo que cuando un guepardo se come a la gacela más lenta o torpe, que ambas especies salen beneficiadas, la del guepardo, porque el guepardo rápido consigue comida para alimentar a sus crías, posibles portadoras de esa velocidad, y la de la gacela, porque la gacela más lenta es eliminada y sobrevive para reproducirse la más rápida o astuta, asegurando una descendencia mejor preparada (y perpetuando una escalada de violencia en paralelo por los siglos de los siglos, qué bonito). 




Pues bien, esto se puede aplicar grosso modo a la supervivencia durante un apocalipsis zombi, sobre todo en la parte que nos toca a nosotros, los comidos, los humanos, porque aunque los zombis no obtengan ningún beneficio para su «especie» al comernos, puesto que no nos asimilan en su organismo, puede que sí lo obtengamos nosotros, en el sentido de que solo aquellos que cuenten con la capacidad de procurarse un refugio decente y seguro puedan perpetuar sus genes en una descendencia que viva segura para poder reproducirse a su vez, llegado el momento. Acepto la posibilidad de que todos acabáramos como los austrias y los borbones de tanto mete y saca entre primos, claro… Además, los zombis al comerte sí se reproducen: pasas a ingresar sus filas de no-muertos caminantes. Puede parecer que no es un gran crecimiento, pero mírales ahí fuera: ellos son millones y vosotros tan solo un puñado de humanos mugrientos, asustados y famélicos.




Entonces, y retomo el título de este artículo: ¿qué es lo que más me atrae de un apocalipsis zombi o de la índole que fuera? Es decir, ¿qué es aquello que más me gustaría hacer y que sólo se podría llevar a cabo durante o después de un apocalipsis? ¿Liarse a tiros o batazos con los vecinos, ahora muertos pero vivientes? ¿Saquear tiendas para procurarte algún capricho, como las botellas de Lagavulin de 28 days later o unos vestidos estupendos como las hermanas de Night of the Comet? ¿Liarte a tartazos con los zombis para liberar adrenalina como la banda de motoristas liderada por Tom Savini en Dawn of the Dead? ¿Conducir un cadillac descapotable por las calles de San Francisco mientras te lías a estacazos con los vampiros zombis de Omega Man? ¿Salir a pasar el día al campo con los colegas, haciendo acopio de cerveza, bocadillos, café y rifles semiautomáticos, como, nuevamente, en Dawn of the Dead? Pues no lo voy a negar aquí. Todo eso y muchas cosas más del estilo resultan maravillosas. Pero no es lo que más me gusta. Lo mejor es precisamente aquello que ya dijimos que apunta John Wyndham en su novela El día de los trífidos: que un mismo hombre tendría que aparearse sistemáticamente con al menos tres mujeres para ofrecer mayores posibilidades de supervivencia a los humanos. La poliginia, amigos (y, sobre todo, amigas) milenaristas, es el único método efectivo y sensato para el establecimiento de una sociedad postapocalíptica.



¿Y para vosotros, qué sería lo mejor de un apocalipsis zombi?

29 de mayo de 2012

El zombi de Miami


«El caníbal de Miami» o como se le denomina en Twitter, The Miami Zombie, fue Ruby Eugene, de 31 años, quien supuestamente actuó bajo los efectos de la Metilendioxipirovalerona (MDPV, C16H21NO3), una droga relativamente reciente (2004) que desde 2010 se vende como «sales de baño» por tener un aspecto similar a estas. Se la conoce por nombres muy sugerentes: Ivory Wave (ola de marfil),  relámpago blanco, Super Coke, etc. La MDPV es una droga estimulante, de efectos similares a la anfetamina o la mefedrona, aunque entre la enorme lista de efectos agudos se encuentran algunos que resultan potencialmente terroríficos: paranoia, delirios psicóticos, conductas violentas y acciones y pensamientos suicidas. Vamos, una joyita.


En cuanto a Ruby, quien había sido arrestado unas cuantas veces por posesión y venta de marihuana, e incluso por allanamiento de morada (¡siempre pensé que sería imposible sobrevivir a uno en los Estados Unidos!), parece ser que malvivía por las calles sin domicilio conocido desde que se divorciara de su mujer, Janney Ductant, en 2007. Bajo un puente vivía y bajo un puente encontró la muerte, cuando un policía le disparó repetidas veces con el fin de que soltara a su víctima, de cuyo rostro daba buena cuenta el bueno de Ruby, totalmente desnudo. Mordía, masticaba y tragaba, recibía un disparo, masticaba de nuevo, recibía un disparo y mordía, masticaba y tragaba. Ruby recibió cuatro disparos, el primero en la pierna, y los subsiguientes a cual más letal antes de caer inerte. ¡Dios mío, como en las películas!


En el siguiente vídeo registrado por una cámara de carreteras, se puede apreciar la llegada de la policía al puente (abajo a la izquierda) y a partir del segundo minuto, más o menos, las piernas de la víctima (a la derecha) y su verdugo (a la izquierda), ambos tendidos bajo el puente cuando la policía de Miami ya había hecho acto de presencia y eliminado al agresor.


Este otro vídeo es de las noticias de un canal local de Miami, donde explican el caso y lo aderezan con algunas imágenes del lugar de los hechos repleto de coches de policía y declaraciones policiales y de algún testigo:

No es la primera vez que se da una noticia de un ataque con fines caníbales en Estados Unidos. Algunos recordaréis al tipo aquel, Mario Vargas, que se lió a mordiscos con el brazo de un vecino de Luisiana. Aunque parece que esta noticia ha corrido como la pólvora por la red y en twitter, en concreto, es un tema candente, probablemente merced a lo peliculero de todo este asunto. Sumamente terrorífico, amigos milenaristas.

3 de mayo de 2012

Sitges 2012, más apocalíptico que nunca


Este año, el festival de cine fantástico de Cataluña va dedicado especialmente al cine apocalíptico (fin del mundo, al menos as we know it), postapocalíptico (¿y qué pasa después?) o distópico (utopías negativas). Bueno, hasta de invasiones extraterrestres hablan en el comunicado de prensa que acabo de recibir. Desde luego, amigos milenaristas: ¡estamos de enhorabuena! Una vez más: ¡mil gracias, mayas!


Prometen que la selección irá especialmente orientada en ese sentido, cosa que tampoco tiene mayor mérito, dado que el 43% de las películas estrenadas en los últimos siete meses versan sobre lo variado que puede llegar a ser el final de la vida en la Tierra. ¡Qué irse, qué apagarse! Pero no sólo eso. ¡Prometen recuperar clásicos del género! Aún es pronto para saber cuáles, pero los amigos milenaristas ya estamos temblando de anticipaSión.


A ver si con esto del fin del mundo mejora sustancialmente la selección de filmes. La única vez que he tenido la fortuna de asistir al festival fue hará unos tres años, y fue una auténtica maravilla. Además, se programaron casi una docena de películas apocalípticas y de zombis. Pero según lo oído y leído por ahí, esa fue la última edición buena del festival de los últimos años. Pues eso, que la cosa seguro que mejora (aunque solo sea porque se gana nuestro apocalíptico corazoncito).