29 de mayo de 2009

Extinción Vs. reconstrucción



¿Te extinguirías con elegancia o pensarías en crear una nueva sociedad?

Pensando un poco en lo hablamos el otro día respecto a refugiarse en una solitaria isla recordé algo que siempre había comentado yo a ese respecto y que, por olvido, omití en la entrada. Se trata de un dato muy importante al respecto: un altísimo porcentaje de los seres vivos que se han extinguido habitaban en islas.

El problema de estar en una isla es que ese aislamiento puede provocar un inmovilismo que te lleve a ser un gigante con pies de barro; esto es, que estés divinamente en tu isla mientras las cosas no cambien ni un ápice, porque en cuanto se trastoquen lo más mínimo se descubrirá que no estás preparado, que tu adaptación al medio era algo muy casual. Y a ver, no me entendáis mal, todas las adaptaciones son casuales, pero hay algunas mucho más estables que otras. Quedarse aislado de pura chiripa en una isla llena de comida y sin predadores naturales es algo que ha hecho proliferar a algunos seres, para luego condenarlos a la extinción de un plumazo en cuanto se alteran las condiciones.

La cuestión es la siguiente: si nos encerramos en una isla, puede que estemos sentenciando a la raza humana. ¿Qué haremos allí desde ese instante hasta el de nuestra inevitable muerte? ¿Pensaremos en el mañana o bien nos centraremos en la siguiente comida y en nuestra seguridad? Quizá lo más sensato, al principio, sea decantarse por la inmediatez de las necesidades básicas, pero tarde o temprano deberemos volver a plantearnos este dilema.

Evidentemente, puede que la respuesta caiga por su propio peso caso de estar solos en una isla. No te quedará otra que apañártelas como puedas y extinguirte con dignidad. Pero si cabe la posibilidad de la procreación, aunque solo sea de una pareja, estamos ante el dilema antes mostrado. ¿Pensaremos en el futuro de la raza humana? ¿Nos quedaremos en la isla? ¿Lo harán así tus descendientes, se plantearán siquiera esa pregunta? Es probable que si la isla está demasiado alejada de tierra firme las posibilidades que tenemos nosotros de volver a crear una sociedad humana algún día se vean totalmente cercenadas de cuajo. Dentro de esa isla, o hay suficiente variedad genética o, francamente, acabaremos todos como los Austrias y los Borbones: endogámicos perdidos y con el pene en forma de huso. 



Este tema se ha desarrollado en multitud de ocasiones, quizá no tantas, en las películas de ciencia ficción apocalípticas o de zombis que tanto nos gustan. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en The Day of the Triffids, magnífico libro de Windham que es llevado a la pequeña pantalla con la mítica serie homónima de los años setenta de la BBC que recomiendo siempre y encarecidamente. Allí se plantean lo siguiente entre cierto grupo numeroso de supervivientes: LA POLIGAMIA. Casi todos son ciegos, una afección per accidens, no per se, de manera que su ceguera no se transmitirá a sus descendientes, por lo que se establecen unas medidas con el fin de estimular la repoblación del planeta que son, no os lo voy a negar, sumamente interesantes. Los hombres ciegos tienen muy poco valor, no así las mujeres ciegas (sobre todo un grupo muy numeroso de un colegio cercano, pues ya eran ciegas antes de la lluvia de estrellas que provocó la ceguera generalizada) porque ellas deben dar a luz.



Un hombre ciego es una carga más que otra cosa, aunque es necesario para la procreación. En cambio, una mujer ciega simboliza la esperanza. Así que todo hombre ha de tener un mínimo de tres esposas y hale, a practicar sexo sin medidas anticonceptivas como si no hubiera mañana. ¡Alegría! Ya no recuerdo bien si las tres esposas eran para todos los hombres o solo para los que podían ver, me imagino que no, el caso es lo mismo. Lo importante es que, amigas y amigos de zombiblogia, me gustaría que meditaseis al respecto y comentarais en qué lado del dilema os quedáis: ¿me muero sin más después de pasar un buen rato o trato de reproducirme con el objetivo de que el día de mañana la mitad de los seres humanos del planeta tengan mi nariz?


También estoy pensando en que, desde el momento en que te reproduces, aumentan las posibilidades de que la raza humana tenga ocasión de volver a destruir el planeta en el futuro. Básicamente, nunca se sabe lo que puede provocar en el devenir de la humanidad el acto aparentemente más sencillo o banal. Quizá aquellos que se establezcan en gran número en un continente o península acaben pereciendo de alguna terrible gripe contagiosa o acaben colgados por los tendones de los talones, y los que se refugiaron en aquel grupo de islitas de allí sean el nuevo «hombre de orce» del futuro.


 
Y no me dejo en el tintero el asunto de la homosexualidad. Soy heterosexual, por mucho que digan lo contrario los tests del facebook, pero amigos míos no, y me acabo de dar cuenta de que esta pregunta no se la he planteado nunca: ¿te negarías a reproducirte? Que me parece muy bien, desde luego, negarse a reproducirse. Yo tampoco querría hacerlo si entretanto he de rellenar un archivo de excell con las fechas y que me lo supervisen los 24 miembros del Congreso de Programación Familiar de la Nueva Era. Los tipos esos de The Day of the Triffids no hubieran puesto muy buena cara, claro, pero no soy ninguno de ellos. Afortunadamente...



En fin, reflexiones apocalíptico-intempestivas. Ahí quedan.

6 comentarios:

ligrix dijo...

Biologicamente existe una teoría que dice que todas las especies acaban existiendose, así no hay que comerse tanto la cabeza.
En el supuesto de la isla desierta, como la tía fuera fea fea, le daban porculo a la especie humana, que también hay que dar una oportunidad a los chimpances para que evolucionen. En el caso de los trifidos, bueno, creo que no habría queja.
En cualquier caso nuestras vidas tan solo son como una gota de agua en mitad del océano, por lo que tampoco sería tan dramático. Lo importante sería vivir el día a día y sobrevivir, olvidándose del sexo si fuera necesario, pero sin cambios de acera ni medidas desesperadas, que no es cuestión de ocupar el nicho de nuestros amigos gaylords.
he dicho

padawan dijo...

La solución del Día de los Trífidos me parece buena. Combina la diversión con la perpetuación de la humanidad

Anónimo dijo...

En el caso de un apocalipsis devastador no os preocupeis que nuestra propia bilogia nos arrastraria ha reproducirnos como conejos, probablemente anulando nuestra capacidad de razonar. Como bien sabeis hay especies que llegan incluso a cambiar de sexo en ausencia de condiciones suficientes para procrear, hasta ese punto llega el institinto de pervivencia de la especie. Tal y como decia el cientifico loco de Jurasic Park, "la vida se abre camino".

No os creais que esto es menos cierto en el caso de los humanos, tal y como ha demostrado la historia. En infinidad de ocasiones cuando un pueblo se ha visto al borde de la exterminación sus mujeres (con la ayuda de sus hombres, claro) han mostrado una sorprendente tasa de natalidad. Un buen ejemplo es el de los judios después del Holocausto. Las mujeres al llegar a Palestina mostraban un una tasa de nacimientos nada común para una ex-abogada, una ex-enfermera, etc. Lo curioso es que en ningún caso esto fue una politica que vino desde arriba, fue algo que surgió expontaneamente.

Claro, en este ejemplo (ni hasta en el momento en ningún otro) ha estado la raza humana al borde de la extinción, aqui hablamos tan solo de un pueblo de la familia humana. Sin embargo, más a mi favor. Si la sola sensación de que tu raza o tu cultura pueden desaparecer hacen que un puñado de hombres y mujeres, en su mayoría de clases medias y altas, olviden totalmente su programación social y se dediquen a darle al mete saca como si estuvieran en una comuna maoista (de hecho algunos lo estaban)... ¡Que no hará la raza humana cuando se sienta como un todo al borde de la extinción!

Ahí mi teoria es que si nuestra raza se ve mal, mal, o sea, eres o tienes razones fundadas de pensar que eres el último hombre de la tierra y tienes una mujer por cerca... No te preocupes majete, no hará falta que pienses mucho. Comentarios del tipo "si es fea no me la follo", son cachondos pero irrelevantes para el caso. En este entorno de follarias hasta a Carmen de Mairena si esta pudiera reproducirse. El lado reptiliano, animal, irracional, de nuestro cerebro, el que carga nuestra memoria genética tomaria control de nuestro cuerpo.

En el supuesto caso de haber una mujer por cerca, yo predigo drásticos cambios para el ser humano. Nuestro cuerpo probablemente empezaria a sufrir sorprendentes ajustes, en el caso del hombre probablemente la cantidad de expermatozoides aumentaria, también la capacidad sexual. En el caso de la mujer podría llegar a darse periodos de la regla altamente irregulares, como reglas cada dos semanas, producción irregular de óvulos, como dos o tres por cada periodo. En ambos aumentaria el apetito sexual y me atrevo a predecir que algo nos llevaria a recibir más placer en las posturas que favorecen el embarazo.

Por otro lado, otro tema interesante que sería bueno tratar en otro artículo de Zombie sería el del conocimiento. Para reconstruir la raza humana no bastaría tener niños, si no queremos que estos retrocedan a un estadio cuasi de primates por la falta de estimulos intelectuales, sería necesario compilar todo el conocimiento humano disponible y ponerlo al servicio de nuestros descendientes. Hay claro podemos hacer nuestra generosa aportación a la raza humana, como inculcar a nuestros hijos unos sólidos principios de generosidad, espiritu comunitario, desapego por lo material, etc imprimendoselos a fuego aunque sea usando métodos "Un Mundo Feliz" o "perro de Pavlov", cada vez que veamos a uno no compartiendo un juguete lo quemamos con una barra de hierro candente, hasta que en sus genes se imprima que el egoismo es malo (y doloroso). Se que es radical, pero se trataria de lograr el ansiado "Zombies, nunca mais".

- Humanesboy

Anónimo dijo...

¿Mhh? La verdad es que desconfío bastante (y he sido educador) de que cualquier conductivismo-constructivismo prive a ciertos aspectos de la personalidad de salir a flote. El egoísmo es, para mí, tan natural como necesario en una dosis moderada. Es obvio que nuestras culturas nos graban a fuego enseguida muchos valores, algunos incluso buenos de verdad, pero eso no quita que el trastorno, la violencia, la psicopatía y muchas cosas estén dentro de nosotros esperando a que la diversidad les abra camino en alguna persona.

Con todo, quisiera, al hilo de este asunto recomendar la lectura de "Walden 2" (no es que me gustase como novela, si no como traslado a la ficción de las teorías del aprendizaje), escrito por B.F. Skinner.

PD: Yo paso de la raza humana :P

KAIMAN dijo...

Me encanta el blog. Seguid así.

Saludos.

Insanus dijo...

Divertidísimo artículo (¿quién es la tarada aristócrata del cuadro, zombi? no estoy muy ducho en Historia).

A ver, por partes.

Si en esa isla hipotética donde hemos encontrado refugio no hay tías, no pasa nada. Yo voto no a darnos por el ojete. Todos hemos pasado por largas temporadas de abstinencia forzosa, así que ésto no sería muy distinto a uno de esos parones en los que no te comes ni a las niñas monsters de una discoteca. Alivio manual y ya está. Habría que mentalizarse de que ese parón en nuestra vida sexual iba a ser definitivo y ya está. Así de sencillo ("Y así de difícil", que diría Guillermo de Baskerville: uno que sabía mucho del tema de estar a dos velas).

Con mujeres en esa isla, a mí lo que me parece preocupante es el amor, lo que se entiende por amor en un mundo normal. Yo propondría un modelo de relaciones muy abiertas, basadas en el sexo consentido y que no excluyera a nadie. Las parejitas al uso, monógamas y cerradas, fomentarían el malestar y el sentimiento de exclusión y desarraigo. La soledad es soportable, pero si a tu alrededor hay gente feliz jugando a las putas casitas, puedes terminar albergando peligrosos sentimientos de rencor y odio que pondrían en peligro la coexistencia pacífica para con los demás.

Así que abogaría por una especie de comuna extrema, donde imperara la amistad y donde decir "mi mujer", "mi marido" o "mi pareja" fuera un anacronismo inapropiado y que moviera a la risa. Creo que sería la única forma de vivir en grupo y en paz. Bastante tendríamos con los zombis como para encima aguantar tramas de culebrón venezolano día sí, día no.

¿Procreación? No, sólo daría más problemas añadidos. Por mí, no. Aunque claro, aquella chica que quedara en estado, debería contar con el apoyo de todos. El modelo de familia convencional tendría que ser sustituida por el de manada, ojo, manada inteligente (sensible, emocional y empática).

Y ya está, ya he arreglado ese mundo postapocalíptico e insular zombi, jajjajja. Ya me puedo acostar tranquilo, como un estadista cualquiera, jajja.