Antes de nada quiero agradecer los incontables comentarios jocosos acerca de mi mutismo bloguero. Pues nada, tras meses de parón indiscriminado y unilateral,
Z0MBI regresa a sus pantallas. Ignoro con qué intensidad o regularidad. Después de todo este tiempo a mis pútridos músculos les cuesta moverse con agilidad, así que no prometo nada. A partir de ahora seré un zombi lento, romeriano, no como antes, que era de Danny Boyle, de los de a entrada diaria casi. Sin más digresiones, retomo el asunto de este artículo... y aviso que si alguien no ha visto los dos episodios,
haré algo de spoiler de los aspectos que se salen de la trama del cómic.
Si hay algo que todos deseábamos era esto. Que hayan tardado tanto en realizarlo se lo podemos perdonar, sobre todo después de ver el primer episodio, magistral de todo punto. Resulta curioso que la pérfida Albión con su suculento y terrorífico
Dead Set fuera la primera, pero ahí está el Tío Sam para poner las cosas en su sitio y reclamar para sí el monstruo que, a fin de cuentas, ellos mismos crearon a finales de los sesenta: el zombi mordiscón.
El primer episodio es francamente memorable, pues nos introduce a la perfección y de golpe y porrazo en ese nuevo mundo donde los muertos han dejado de estarlo y andan en pos de uno para comérselo. Resultan también estupendos y sumamente creíbles
los diálogos entre ambos policías en el interior del coche, y es de agradecer que arrojen la comida a la papelera, porque nadie la arroja desde el coche como Nick Nolte, y cualquier intento de imitar este aspecto resultaría ridículo.
El detalle de las flores marchitas es estupendo y muy cinematográfico, y que Rick se despierte respondiendo por fin a su amigo al respecto de habérselas traído en semejante jarrón, resulta perfecto. Y entonces trata de incorporarse y todos sabemos lo que se va a encontrar. Aquí debo hacer un inciso y mandar callar a muchos que veían en el inicio del cómic un argumento para defender la falta de originalidad y la legitimidad de los «préstamos literarios» o «inspiraciones» en el género zombi. Tanto el inicio de
28 days later y del cómic
The Walking Dead (y por ende de la serie), con el protagonista despertando en un hospital e ignorante de cuanto ha acontecido a su alrededor mientras dormía, es simplemente un claro homenaje a una de las mejores novelas apocalípticas de todos los tiempos:
The Day of the Triffids. Esto ya lo he dicho cien veces, pero ahí va, ciento una. Y no es más que eso, luego nada tiene que ver la acción desarrollada con la obra de Wyndham. Eso es lo que se conoce como homenaje. Los plagios son
otra cosa.
Uno de los aspectos a destacar de la serie
es que la disfrutas más, si cabe, si eres lector de la serie homónima
de cómics por todos los aspectos diferentes que introducen en ella. Evidentemente, todos los lectores de la misma ardían en deseos de que se llevara a la pequeña pantalla, de ahí que tuvieran que tener especial cuidado con el tratamiento que le daban a la misma.
Si optaban por contar las cosas tal y como tenían lugar en el cómic, sinceramente, yo me habría aburrido sobremanera. De ahí que valore tan positivamente los cambios introducidos:
la niña muerta andando entre los coches (en un ambiente que le hace al lector del cómic pensar que bien pueda tratarse del camping que han montado Lory y los demás a las afueras de Atlanta), que no abra
la puerta que da a la cafetería del hospital, con esas manitas muertas pugnando por abrirse paso hasta nuestro protagonista,
las cerillas en las tétricas escaleras, ¡una última cerilla, enciéndela, caray, que te la estás jugando!,
el tanque, por Dios, ¡el tanque!, qué gran idea, qué gran momento, qué risas, qué estruendo supone disparar en su interior, impagable, la concatenación de eventos entre la muerte de la zombi de la bici, pobrecica, junto con
el intento, fallido, por parte del padre de matar a su mujer con el rifle... todo una maravilla.
Como digo, el primer episodio es francamente estupendo de principio a fin. Tras verlo, tocaba esperar siete días con sus interminables noches para hincarle el diente infeccioso al segundo. Y aquí tengo que decir que
el segundo episodio ya no me sedujo tanto. A ver, entendedme,
me gustó, pero no lo vi ni la sombra del primero por varios motivos. Si en el primero los cambios introducidos en la trama me parecían perfectos, en éste ya no los vi con tan buenos ojos.
Que nos metan ahí a cholón la friolera de casi una docena de survivors en Atlanta me pareció exagerado y con poco sentido.
La única razón que le veo es que HAY POCO PRESUPUESTO para rodar en las calles y llenarlas de zombis. De hecho,
los zombis que vemos en este segundo episodio están menos trabajados que los del primero. El zombi de las alcantarillas no está muy allá, la verdad, así como algunos de los que se cruzan por las calles cuando van untados de carne podrida, por no hablar de
las propias calles, que no me convencieron mucho la verdad, no me resultaron creíbles. ¿Por qué tanto papelito? ¿Acaso la gente se hizo barricadas con paquetes de folios? Entre tanto papelito al vuelo, yo me esperaba encontrar en consabido periódico que rezara «The Dead Walk!», pero no, y lo eché de menos. Pero eso no tiene importancia. Lo que sí la tiene es que nos metan un montón de supervivientes para que se pongan a hablar entre ellos delante de la cámara y ralenticen la acción hablando de
colgantes de sirenitas, de si lo robo o no lo robo,
cuando, por Dios, estás a menos de seis metros de una miríada de muertos vivientes de los que te separan unas malditas puertas de cristal. Le vi poco sentido a eso, la verdad, aunque me gustó que la cámara nos mostrara en esa escena los maniquíes, objeto importantísimo tan observado en grandes películas del género apocalíptico como
Dawn of the Dead (1978),
The World, the Flesh and the Devil,
Quiet Earth o
I am Legend.
Por no hablar de que
cuando Rick se lía a hachazos con el cadáver de un muerto, el grupo de supervivientes estén ahí, en corrillo, mirando lo que hace y poniendo caras de asco, pero sin apartar la mirada, ay que asco me da pero esto no me lo pierdo, parecían pensar. Un tanto ridículo, ¿no os parece? Lo más sensato hubiera sido que el resto de supervivientes quizá empezara en corrillo, pero que luego se apartaran a vomitar a una esquina más tranquila, ¿no? Vamos, que yo no me quedo ahí mirando sin parpadear con cara de espantado y perdiendo cordura. Ahora que estoy viendo la escena con detenimiento, buscando una captura que refleje el absurdo que comento, me he percatado un fallo de raccord en los guantes del superviviente, creo que es Morales, el
taco-bender, jeje, que releva a Rick en la tarea de desmembrar el cadáver: están limpios antes de coger el hacha y el casco, cuando recoge el instrumental descuartizador están impregnados de vísceras y luego vuelven a estar limpios cuando se dispone a acometer la tarea. Una tontería que no tiene mayor importancia, pero ahí está.
En cuanto a lo de untarse de carne muerta para despistar a los zombis, sinceramente, es algo que no me gustó ya en el cómic. Sobre todo
porque es algo que, a excepción de Michonne,
nadie vuelve a utilizar en absoluto, lo que resulta del todo ridículo.
Pero voy más allá: siempre que se alude a los sentidos de los muertos a mí me entra la risa floja. Que si huelen, que si oyen, que si ven... ¡pero si están muertos, si no tienen ojos, si no tienen narices algunos, qué (coño) van a oler, ver y demás! Quizá el oído es el único sentido que pueda parecerme sensato que conserven. Aunque yo siento predilección por no hablar de sentidos convencionales y dotar a los muertos de un sexto sentido que parece indicarles que en ese edificio hay seres vivos, o que en esa dirección acaba de pasar un grupo de supervivientes bien fresquitos. Pero ver a Rick y al oriental cruzando esas calles de Atlanta impregnados de carne muerta, con una tripilla colgando que otra y andando como zombificados, me recuerda inevitablemente a Simon Pegg haciendo el zombi con sus colegas en
Shaun of the Dead, no sé si me explico.
¿Y la llave de las esposas? Ya es (puta) casualidad que se le caigan por el sumidero. Hubiera quedado todo mucho más sensato y creíble, si el negro apaleado y ofendido le hubiera dicho, «amigo, ahí te quedas, por cabrón», y que luego, en un ataque de remordimientos, le hubiera cerrado la puerta de la azotea para que no se lo comieran los zombis, pensando, «total, no tiene muchas opciones de escapar...». Si lo que querían era gestar a un enemigo terrible que les vaya a fastidiar su tranquilidad campera (porque claro, el tipo éste sabe perfectamente dónde está su campamento), bastaba con hacer lo que digo o alguna otra cosa con más sentido y menos «casualidades de la vida».

Si nos paramos a analizar cómo escapan los supervivientes del edificio, parece que nos encontremos con otro «homenaje» al género, aunque esta vez ese homenaje a mí no me funciona y me parece más un «no sé salir de este lío si no es tirando de algo que ya han hecho otros». ¿No os parece que su método de escape es muy similar al de los supervivientes que llegan a bordo de un camión al centro comercial del remake de Snyder? Con la diferencia de que unos salen y otros entran, pero el rollo es básicamente el mismo. Y pensar que todo esto se lo podrían haber ahorrado de no meter ahí la friolera de casi una docena de supervivientes... ¿Pero no era una misión de aprovisionamiento? ¿A santo de qué entonces van para allá tantos, si lo que hacen así es atraer más y más zombis?
Un cambio que me parece curioso es el de Lory. En el cómic se nos muestra que su relación con Shane es más fruto de la desesperación y el miedo que otra cosa; de hecho, ella le ha rechazado una vez que se han encontrado más seguros en el campamento, pero en la serie le dan un cariz interesante y es que, si bien se siente algo cohibida con la visión de su alianza colgando del collar, poco tarda en quitársela y dejarla sobre el césped para disfrutar de las pocas cosas que le permiten sacarle jugo a la vida, tal y como están las cosas. Este es un cambio que me agrada, porque ignoro dónde puede ir a parar... ¿Os imagináis a Lory ofreciéndoles un trío amoroso, como la protagonista de
The World, the Flesh and the Devil?
En resumidas cuentas, que
vistos los dos primeros episodios, mis sensaciones son positivas en general aunque con ciertas reservas en lo que se refiere al segundo. Y me
resulta curioso que justo lo que vi muy positivamente en el primero, esto es, los cambios en la trama con respecto al cómic, sea precisamente lo que más me chirría del segundo. En fin, que me está gustando mucho, no os creáis lo contrario, pero que os quede claro que esta serie tiene poco presupuesto y que casi todo se lo ha llevado el bueno de Nicotero, y que pese a ello ha obtenido un resultado irregular. De cualquier manera, seguiré disfrutando como un enano de cada episodio, me guste más o menos, poco importa. Es una maravilla ver a Rick en las pantallas y que no se trate de un fan video (que algunos están muy bien, como el de las llamadas telefónicas, pero saben a poco). No cabe duda de que lo mejor está por llegar, sobre todo en su segunda temporada, cuando a buen seguro llegarán a la cárcel...
Y una última recomendación: mejor vedla en versión original con subtítulos, si queréis, pero en inglés, de veras. El doblaje me ha parecido francamente malo, amén de que la han cagado en un par de cosas, cambiando el sentido de algunas frases. Por ejemplo, cuando el padre comprueba si tiene fiebre y dice «le está bajando», Rick espeta «no creo que tenga fiebre», a lo que el padre le contesta «lo notarías». Realmente en inglés dice «no tiene fiebre», «no creo que tenga fiebre» y «NO LO NOTARÍAS». Que le diga «lo notarías» no tiene el menor sentido. En fin, que tampoco me he visto entero el primer episodio doblado, la verdad, pero desde aquí desaconsejo totalmente su visionado basándome exclusivamente en este diálogo. Además, como digo, el doblaje me parece muy mal conseguido y le resta verosimilitud.
Y una última pega, por ponernos pejigueros ya, pero que es más una queja genérica contra todos los encargados de efectos especiales del género zombi: ¿a qué tanta sangre dentro de una cabeza muerta? Esto es algo que siempre me ha parecido un error y quizá más un débito al cine gore que otra cosa. A los muertos en sus ataúdes se les va la sangre a la espalda, de ahí la lividez de los rostros. La gravedad es la gravedad, amigos. Dado que los muertos vivientes no se están quietos y andan, la sangre debiera agolparse en sus patitas y éstas adoptar un tono negruzco. Pero al poco tiempo esa sangre se seca y punto. Así que no hay sangre que salpique en la cabeza de un zombi, pero bueno...
PD: si alguien no ha visto los dos primeros episodios, que me perdone el
spoiler y que se los descargue de
Vagos, por ejemplo, que los tienen subidos ahí de todas las maneras imaginables.